viernes, 12 de junio de 2009

Tarde de café sin ti...

Tenía la imperiosa necesidad de no necesitar, sin embargo lo hacía, le pasaba, y vibraba con cada gesto que le fuese simpático, con cada color afín, con cada palabra que tan solo sugiriera un momento de placer, de belleza…

El deseo de lo infinito aún no la había abandonado, pero el peso de la vida no se hacía esperar con lo complejo, absurdo y amañado de cada hecho que se relacionaba uno con otro, haciendo del tiempo y el espacio un solo momento encarcelador que requería un escape no convencional… tal vez un ser… tal vez un café con la conversación casi idéntica de la última vez, que se hacía única sólo por el estado diferenciado de aquellos que frente a frente eran distintos, más desencuentros, más esperazas llevaban quizá… pero igual algo los hacía distintos para cada encuentro.

Entre soles y lunas no paraba de llover y la pureza del ontos se hacía débil; igual a quien le interesaba algo que en apariencia no da paso a la entrada de nuevas imágenes e ilusiones, que si bien no eran del todo vanales tampoco se podían defender como reales, aunque si poseían una cualidad innegable, ellas (las ilusiones) otorgaban una dosis de aquello que naturalmente se busca - El Placer-…
Entre tanto ella escuchaba voces de tenores líricos que cantaban como su padre cuando era niña, pero sólo una verdad la alcanzaba en áquel instante… él ya no estaba allí y el placer era un asunto efímero comparado con la esperanza de eternizar aquello que sentía movía su ser. La música sonaba mejor si la tarde, el viento húmedo y los sonidos estaban acompañados de un buen café y del placer que generaba no querer siempre en la misma mesa el mismo ser...

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