domingo, 22 de febrero de 2009


I miss you…

Echaba de menos algo que no identificaba aún, podría ser su luz, su cotidianidad, su magnificencia, su elocuencia o simplemente el Ser… ese que sabía me extrañaba y generaba sonatas desde la lejanía esperando el momento propicio para volver y conversar del por qué algunas de las causas eran por mí generadas. Acompañada de la explicación precisa de las palabras esperar, pensar, vivir, sentir, amar, prometer y verdad…

Todas ellas alguna vez significaron algo y hoy para ellos y para mí, son sólo ideas de abstracciones metafísicas de gentes salidas de tono y poco prácticas…

La salida del tren estaba programada para las 2:30, llevaba el único chocolate que quedaba en la mano, en la misma que agarraba a la vez y con autoridad el café expreso que acababa de comprar. Estaba previsto que él la esperaría sin ansiedad alguna, pero las vísceras hicieron ese día de las suyas y la ansiedad se apoderó de él, alimentando la idea de besarla y de tenerla entre sus brazos, sin detenerse a pensar si ella buscaba lo mismo que él, o mejor aún, sin concebir siquiera la idea de si ella pararía en la estación sólo para entregar el chocolate y el libro de Tolstoi que le había comprado en el pasado otoño.

Ella pensaba descansar un poco, tomar un baño, conversar unos minutos y después continuar con su viaje hasta el final de la línea … Igual, la hora del encuentro llegó, aunque ella se quedó atrapada al final del vagón ayudando a una anciana gorda a recoger las canicas que llevaba para su nieto, las mismas que por andar dormida había botado del bolso, para desventura de todos los que en el mismo vagón viajaban. Pasados los minutos y agotadas las esperanzas del hombre para ver a su tan pensada M. ella salió, despeinada dando saltos, demostrando una alegría y una efusividad propia de su naturaleza, pero no precisa y coherente con su verdad, sabía ella, que había algo pendiente por sacrificar y que tal vez, le podría tomar algo más del tiempo inicialmente previsto para pasar en la estación.


Las maletas? – preguntó inquieto- No traigo! - contestó ella- el gesto de él, (como de costumbre), fue amable y comprensivo… se sentó, respiró, la miró, pero justo al momento de modular para cuestionar… la mujer replicó, - No te ocupes de eso, hay que esperar el equipaje, muy probablemente llegará en el próximo tren… Me acompañas? Cerró ella, con esa pregunta la intención al cuestionamiento que nunca pudo iniciar.

MK.

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