martes, 12 de mayo de 2009

Vislumbrando la confesión...




Pasaron unos días antes de recordar el lenguaje solar, por fortuna no pasaron vacíos porque grandes eventos se sucedieron uno del otro danzantes entre las horas altivas y furtivas…

Varias lunas y varias heridas…

Durante aquellos días su pasión desvaneció para fortuna del camino, deseaba poco o casi nada, no quería ver más a su Ser encerrado en la cuadrícula de una vida limitada, no deseaba más la cotidianidad que complacía sus episodios de locura, aunque aún era susceptible de caer golpeada por el caos cómo víctima de hechos inevitables, generados por el estado de reposo en el que caía, exponiéndola al grave peligro de ser arrojada por una fuerza externa con posibilidad de llegar a ser perceptible, y no necesariamente proporcional a sus propias fuerzas… no sucedía ese fenómeno con frecuencia, pero cuando sucedía era golpe fulminante… fácil… embebedor… muy similar al estancamiento, a las respuestas, a la linealidad , al desasosiego, y al retorno…


Unas semanas antes del encuentro no casual…

En la estación del tren…

Su camino mutaba en el mismo instante en que mirando al hombre para decirle que no iría con él decidía cambiar de ruta y sacar el regalo de su bolso.

En la milésima de segundo transcurrida entre la entrega del regalo y la mirada inquieta del hombre, Viola decidió no terminar con el propósito de aquella visita, pensó en que no debía siquiera salir de la estación y menos aún permitir que aquel hombre (el de su cotidianidad) la acompañase por un momento más, cayó en cuenta que no se sentía del todo feliz, tampoco cómoda con los actos que este tenía para con ella, creía que muchas de sus palabras eran vanas, sin contenido y recordó que no necesitaba nada de él, tan siquiera el contacto tantas veces conversado y nunca ejecutado, recordó que era libre y que tenía un Sol al que creía amar…

Joven D. – moduló ella con acento suave - lo siento pero nuestro encuentro en esta estación terminó, hay algo más… siempre habrá más, lamento no ser, lamento no aceptar del todo la falta de elocuencia, lamento no admirar lo que tú-… miró sus brazos, se levantó la manga de la chaqueta y le dijo -parece que vine lacerada de otra época y no puedo quedarme en la tuya.

Por su parte Joven D. tenía el ímpetu y la magnanimidad suficiente para aceptar aquellas palabras, aunque queda la duda si para comprenderlas, pero algo era veraz, la elección acertada no era abordar el tren de las dudas y menos aún quedarse en la estación llamada “en busca de las respuestas”… ese tren tenía fama de ser invisible, de llegar y no parar, de hacerte perder, lo peor se murmuraba sobre esa ruta y Viola no estaba dispuesta a asumir riesgos inútiles y menos aún para asumir roles de gente infeliz…

Encuentro no casual…

No te conozco pero… ¿nos tomamos un café?

2 comentarios:

  1. Me atrevo a preguntar por dos apartes, aunque guardas mucho misterio alrededor de esta historia:

    Viola: "- parece que vine lacerada de otra época y no puedo quedarme en la tuya."
    ¿Qué le sucedio a Viola? ¿Cuál es su herida?

    "Viola no estaba dispuesta a asumir riesgos inútiles y menos aún para asumir roles de gente infeliz..."
    Asi que es temor lo que siente Viola, temor a ser infeliz, lo entiendo, es un temor que todos tenemos, no estoy seguro de las intenciones de joven D.,ni lo que pasa entre ellos, tal vez conociendo la primera parte...
    Sin embargo, si joven D. tiene el impetu y la magnanimidad suficiente para aceptar las palabras de Viola, me parece que el se esta reservando algo importante...
    ¿Qué complejo,....? Definitivamente falta la primera parte...

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  2. Es inevitable para mi recordar con cariño a Saramago en ese místico estilo de bautizar tuyo...el romanticismo de tu alma, mas aún, el que se escabulle en tu mirada, logra en mí el mismo suspiro que este escrito. Eres un ser evolucionado y lo sabes...Namasté

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