Sucede que algunas veces me gusta
pensar que puedo ser elocuente y poetiza… Sucede que en esta naturaleza hay una
intuición a la que ya no le pongo precio… y junto con ella un susurro que exige
libertad...
Continúa el retrato de Viola:
Las luces tenues del tren de la
desesperación estaban cada vez más lejos y Viola había crecido mucho durante
los últimos años, contando desde la vez
que despidió al Jovén D., ya no tenía contextura de jovencita, llevaba consigo
unos kilos demás y una nueva cicatriz o tal vez dos.
Se conoció con aquél hombre en un
pequeño viaje… la pobre no recuerda mucho los detalles porque tiene mala
memoria, sin embargo logró indicar que ese día fue un día feliz, tal vez el más feliz de los 12.
Él por su lado poseía un encanto
natural… no sabía bailar y pretendía hablar de cosas “importantes” en medio del caos, ella por su lado, ya no
se hacía muchas preguntas, pues se había dado cuenta que había un grupo de
cosas que jamás lograría entender y por
ello sus decisiones se alejaban cada vez más de cualquier elucubración mental
que la llevara finalmente a la inacción… un día decidió aprender a volar así
que dejó los tiquetes de Tren y empezó a construir sus propias alas…
Con esas Alas quería proponer una
cita.. o tal vez aceptarla… no es muy claro cual es el orden de los factores.
La cita pretendida era con el
joven del pequeño viaje de cuyos ojos Viola parecía prendada, le gustaba
observarlos porque le regalaban libertad; así que en una tarde gris dijo desde
la soledad de su casa al lado del Gato P., que usaría aquellas alas para volar
al Mar a ver esos bonitos ojos…
La cita sería propuesta para el jueves
a las 22:00 en algún lugar al lado del Mar…
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